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El Enredo y la Desesperanza en las Obras de Caquetá: Una Doble Calzada Entre Promesas y Excusas

En Caquetá, las grandes obras han sido siempre un símbolo de esperanza y progreso, pero también de desilusión y frustración. La más reciente controversia en torno a la doble calzada hacia el aeropuerto de Florencia no es la excepción. A lo largo de los años, los caqueteños hemos sido testigos de la lentitud en la ejecución de proyectos clave para la región, que parecen eternos en su fase de planeación y ejecución. Sin embargo, el anuncio del reinicio de las obras por parte del Gobernador Luis Francisco Ruíz Aguilar, tras la paralización por amenazas de grupos ilegales, ha sembrado dudas en los habitantes. 

¿Por qué las amenazas no existían cuando los anticipos fueron entregados?

Uno de los puntos más cuestionables es la supuesta aparición de las amenazas en el momento más crítico del proceso, justo cuando las obras deben reactivarse. Si estas amenazas realmente existían desde el inicio del proyecto, ¿por qué no se mencionaron durante la entrega de anticipos y la asignación de contratos? Esta pregunta se hace inevitable: ¿es posible que las amenazas sean ahora un pretexto para retrasar aún más la obra, cuando los recursos ya han sido entregados y el tiempo ha pasado sin resultados visibles?


Los caqueteños no somos ajenos a las excusas: malas condiciones de seguridad, trámites burocráticos, la compra de predios privados… tantas razones por las cuales las obras se eternizan. Pero no podemos seguir aceptando que el progreso de nuestra región dependa de excusas infundadas o de situaciones que parecen responder más a intereses particulares que a una verdadera necesidad de desarrollo. Si las amenazas fueran reales y si la seguridad del personal es en verdad un problema, debería haberse resuelto de manera efectiva desde el principio, no en medio de la incertidumbre de un nuevo reinicio que parece más un parón para encubrir deficiencias en la gestión que una verdadera respuesta a un riesgo latente.

La tristeza e impotencia de un pueblo olvidado

El pueblo caqueteño ha sido paciente durante años, esperando que las promesas de progreso se materialicen en obras tangibles que transformen nuestras condiciones de vida. Sin embargo, la realidad es otra. La doble calzada, que prometía mejorar nuestra conectividad y potencial económico, sigue siendo un sueño lejano. Los contratistas se quejan de amenazas, la interventoría suspende obras y, mientras tanto, los caqueteños seguimos viendo cómo se roban nuestra plata, cómo las grandes obras se dilatan y no se entregan a tiempo.

Esta realidad nos llena de tristeza e impotencia, pues sabemos que el dinero que se destina para estos proyectos proviene de nuestros impuestos y de las promesas que se hacen durante las campañas electorales. Años de trabajo para ver, al final, cómo nuestras expectativas se desvanecen con excusas tras excusas. La frustración crece, y las preguntas persisten: ¿por qué las obras grandes no pueden terminarse a tiempo? ¿Por qué nuestras comunidades siguen siendo las más olvidadas y vulnerables en términos de infraestructura?

Caquetá es una región rica en recursos naturales y en talento humano, pero sus habitantes siguen siendo víctimas de un sistema que no logra traducir esas potencialidades en progreso real. Las obras deben ser entregadas, no como un favor, sino como un derecho que hemos ganado, y la transparencia debe ser la clave para evitar que continúen los manejos oscuros que solo benefician a unos pocos.

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